La experiencia de ser mamá es comúnmente una
de las más satisfactorias y llenas de valor en la vida de las mujeres, es una
etapa llena de cambios y nuevos retos. Los hijos se convierten en una de las
alegrías más puras y el motivo de muchas convicciones.
La maternidad viene acompañada de factores de
cambio que muchas veces ocasionan incertidumbre, los constantes desvelos y
esfuerzos pueden ocasionar frustración y sentimientos de culpa.
Los episodios depresivos pueden aparecer en diferentes
etapas de la maternidad; estás se definen por las etapas de crecimiento de los
hijos(as), ya que la maternidad está en
constante cambio de acuerdo con el desarrollo de los mismos.
Uno de los episodios más frecuentes se
presenta en el puerperio, luego de pasar por el embarazo y el parto, se experimentan
cambios tanto físicos-hormonales como psicológicos, el hecho de estar la
mayoría del tiempo dedicada a una persona puede causar cansancio y mucho
estrés; las hormonas también juegan un papel determinante como factor de riesgo
para producir una depresión, debido a las fluctuaciones en la producción de las
mismas.
Es normal sentir tristeza unos días después
del parto, a esta se le llama tristeza puerperal incluye entre sus efectos
llanto, sentimientos de vulnerabilidad, irritabilidad, soledad y decaimiento,
este proceso se logra superar con el tiempo y principalmente el apoyo de la
familia y allegados. Luego encontramos la psicosis puerperal, esta se trata de
un episodio de pérdida del contacto con la realidad en donde la madre poco después
de dar a luz se siente agitada, angustiada y le es difícil conciliar el sueño,
requiere muchas veces de hospitalización para ser estabilizada. Y por último la
depresión postparto se sitúa entre las dos anteriores, los primeros síntomas se
presentan como la tristeza puerperal en donde los síntomas perduran y se
agravan, su duración es relativa, puede durar de entre tres meses a varios años
sino es tratada; comúnmente en estos casos es la pareja o algún familiar el que
se da cuenta antes que la madre.
Los episodios depresivos se pueden presentar
en cualquier momento de la maternidad, las causas son muy variadas. El rol de
madre es tan importante como difícil de ejercer, la dedicación a los hijos de
cierta manera conlleva sacrificios para consigo misma, inclusive con la pareja,
hay que dejar ciertas actividades que antes se hacían, se experimenta un cambio
de rutinas que se concentra en los otros; entre el trabajo, la casa y los
hijos, la madre no tiene tanto tiempo para sí misma y sus proyectos individuales
lo cual causa frustración y lleva así a la depresión.
Los sentimientos de culpa son uno de los
detonantes de la depresión, esta culpa puede ser producida por la ambivalencia
de querer estar con los hijos y a la vez querer continuar con su vida, el
balance se hace difícil y se tiene que dejar de lado alguna situación, casi
siempre la madre prefiere concentrarse en su hijo(a) a pesar de tener que sacrificar
muchas de las cosas que la hacían sentirse realizada. Otra de los eventos que
causan este sufrimiento mental es el regreso al trabajo, después de la licencia
de maternidad esta ambivalencia de la que se hablaba anteriormente surge,
debido a querer estar con el hijo y a la vez querer seguir con el rol laboral.
También el imponer límites es algo difícil y
muchas veces las reacciones de los hijos(as) ante los regaños causan impotencia
y enojo, las travesuras, las rebeldías y los comportamientos que desafían la
autoridad, son casi siempre motivos de gritos y constante estrés para las
madres que no manejan una sanidad mental.
Por otro lado la depresión puede ser motivada
por el hecho de que los hijos crecen y de cierta forma se desapegan o buscan
independencia, aquí se experimenta el “síndrome del nido vacío”, y en otras
ocasiones se siente el rechazo o abandono de los mismos cuando se llega a la
vejez, esto de alguna manera genera tristeza y angustia, si esto no es
solucionado puede ser un factor de riesgo nuevamente para padecer depresión.
Existen muchas causas alrededor de la
maternidad que pueden detonar un episodio, lo más importante es tomar en cuenta
las siguientes recomendaciones para evitarlo:
-No existen las madres perfectas, hay que
darse permiso de sentir enojo o querer tiempo para sí mismas, incluso el tiempo
solas o haciendo actividades individuales ayudan a la satisfacción personal,
por ende a estar más sanas y felices; de esa misma manera los atenderemos a
ellos con más paciencia y la cabeza despejada.
-Evitar sentir culpa por los errores, no se es mala madre por ser humanas. Lo importante es aprender de ellos y tratar de mejorar esos aspectos en los que se falla.
-Elimine los estereotipos de crianza
totalitaria y perfección, todos los hijos(as) son diferentes, no todas las “normas”
de crianza se apegan a la personalidad de ellos(as), se debe aprender a ser
sensibles y palpar la manera más adecuada de imponer límites y dar afecto.
-Pida ayuda, no se sobrecargue de tareas, si
siente que necesita una mano ya sea en la crianza, cuido o en ciertas
actividades, converse con alguien de confianza y no tema en externar las
necesidades.
-Dese la oportunidad de “querer hacer” ser
madre es algo más en la vida no lo único, permítase hacer proyectos
individuales que desarrollen la autorrealización.
-Si siente que grita mucho y está estresada
todo el tiempo, preste atención, puede que se acerque un episodio depresivo o incluso
ya está en él, cuando esto suceda tómese tiempo para pensar y controlar las
reacciones que puedan dañar de alguna manera a su hijo(a). Posteriormente convérselo
con la pareja o familia para examinar lo que está pasando y darle solución.
-Permítase el derecho de hacer actividades para
sí misma, hacer ejercicios, bailar, ir al cine, reunirse con amigos(as), leer
un libro, no importa la actividad que sea, lo importante es que sea un espacio
íntimo de encuentro consigo misma, en donde se pueda quitar la camiseta de mamá
por un rato sin recurrir a la culpa por el disfrute.
-El tiempo y los horarios pueden ser
complicados, realice pizarras de distribución del tiempo y de tareas familiares,
para asignar roles dentro del hogar, y asegure poner allí también las actividades
para su sanidad mental, con el fin de que sean tomadas en cuenta por los demás e
incluso por sí misma.
-En los momentos críticos con los hijos, no
tome decisiones o acciones motivadas por la ira o el orgullo, dese un tiempo
para pensar y un “tiempo fuera” si no puede controlarlo en ese momento, salga a
dar una vuelta, respire, o vaya a un espacio que le de calma, y relájese. Luego
con la cabeza fría piense y decida qué hacer.
-No esconda su depresión, ni se aleje de las
personas que la quieran; muchas veces se crean fachadas o corazas que esconden
lo que sentimos, déjele saber a esa persona lo que siente y si es necesario buscar
ayuda profesional. Esto por el bien suyo, el de sus hijos(as) y el de sus seres
allegados.
-Si pasa por el “síndrome del nido vacío”,
dese su tiempo para superar el duelo, respete sus sentimientos, y con el tiempo
sanará. Piense que es un momento para volver a conocerse y proponerse nuevas
metas y completar proyectos.
Ser “buena madre” implica dar afecto, imponer
límites y respetar a los hijos(as), si se es una mujer sana y auto-realizada,
se es una madre llena de habilidades para acompañarlos y disfrutar del don de
la maternidad.
Licda. María Fernanda Prado Ocampo.
Psicóloga.
nanared10@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario