Se trata de un trastorno
caracterizado por el rascado compulsivo de la piel. Las personas que padecen
este trastorno se sienten obligadas a rascarse, pellizcarse o frotarse la piel
hasta provocar lesiones más profundas.
Es un trastorno derivado del espectro
obsesivo compulsivo, el paciente es consciente de su conducta autodestructiva,
pero es incapaz de dejar de rascarse. Los síntomas son consecuencias de la excoriación
neurótica, en donde las lesiones profundas se encuentran en las irregularidades
de la piel, como granos, el acné, picaduras de insectos, o en piel normal con
comezón, resultando una profunda y dolorosa herida, puede ocasionar también hemorragias.
Además la ansiedad es uno de los síntomas psicológicos que impulsan está
necesidad compulsiva, siendo la excoriación la vía de alivio. La duración puede
ser de varias horas y puede ser de carácter ritual realizándose a horas o en
lugares determinados, frecuentemente a la hora de acostarse.
El estrés psicosocial suele
producir una agravación de las excoriaciones en el 30-90% de los pacientes e,
inmediatamente después de esta conducta, los pacientes se sienten infelices y
culpables por la desfiguración que se han ocasionado. Otras causas pueden ser:
agresividad reprimida, depresión, falta de apoyo social y familiar, traumas en
la infancia, etc.
Tiene mayor prevalencia en las
mujeres con una edad de entre los 30 y 50 años, pero de igual forma se presenta
en cualquier sexo y edad.
Como tratamiento en casos severos
se utiliza la psicofarmacología, pero como herramienta primordial se encuentra
la psicoterapia en donde se implementan técnicas cognitivo-conductuales y la psicodinamia,
con el fin de encontrar la raíz de la conducta autolesiva, se realiza un
entrenamiento donde el paciente aprende técnicas de control de la ansiedad, los
pensamientos obsesivo-compulsivos y las conductas de excoriación neurótica.
Licda. María Fernanda Prado Ocampo.
Psicóloga.
nanared10@gmail.com
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